Superman no puede salvar la terrorífica pretemporada de Los Ángeles Lakers

Howard llegó sin capa, sin los calzoncillos por fuera, pero con todos sus superpoderes intactos.

Natxo Andreu | 22 Oct 2012 | 17:20
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Sin capa y sin los calzoncillos por fuera, pero con todos sus superpoderes intactos. Así esperaban los fans de Los Ángeles Lakers a su Superman, Dwight Howard. No les defraudó y jugó sus primeros minutos como jugador angelino a un gran nivel. Eso sí no fue infalible. La magia del pívot no sirvió para tapar las carencias de un equipo que no consigue arrancar la poderosa maquinaria esta pretemporada.

El quinteto con el que saltaron anoche Los Ángeles Lakers al Staples Center daría miedo al más pintado. Steve Nash en las operaciones especiales, Metta World Peace repartiendo amor, Kobe Bryant en su línea, la anotación, y la pareja interior Pau GasolDwight Howard. Pura magia.

No se andó con chiquitas Mike Brown, quería ver a todos sus jugadores en acción antes del desafío final del arranque de la pretemporada. Pero algo falla. Parecía que el problema durante la pretemporada estaba en cerrar el juego interior, pero ayer, este equipo tan poderoso en la pintura sucumbió ante los Sacramento Kings, a priori mucho más débiles.

¿Se puede perder con semejante quinteto? (Además, se suma el agravante de que todos jugaron una media de más de 30 minutos…) La respuesta es sí y el porqué es muy sencillo de explicar. Mike Brown no parece saber manejar todavía a sus estrellas. Son infalibles en la pista, pero cuando toca cambiar una pieza el equipo se resiente en demasía.

El banquillo es débil. Eso ha sucedido siempre en equipos que se han centrado en su quinteto. Tal y como pasaba en los Chicago Bulls de la segunda etapa de Michael Jordan. Sin embargo, en aquel caso, el entrenador era Phil Jackson y era capaz de manejar un banquillo plagado de jugadores sin mayor fin que el de ser suplentes. Jackson siempre dirigía a sus jugadores con una mente clara, de manera que “el yo se convierte en el servidor del nosotros”.

Ese es el objetivo que tiene por delante Mike Brown. Involucrar a su banquillo y que este descubra que se encuentran ante una ocasión única, la de hacerse con un anillo de campeón de la NBA. Parafraseando de nuevo al gran Phil Jackson, Brown debe tratar de que sus estrellas “estén psicológicamente en relación con el resto del equipo, sino nunca conseguirán la armonía necesaria para ganar el campeonato”. Jackson recordaba siempre este fragmento de la obra de Rudyard Kipling:

Ahora ésta es la ley de la jungla,

tan vieja y tan verdadera como el cielo;

y el lobo que la mantenga prosperará,

y el lobo que la rompa debe morir.

Como la enredadera que ciñe el tronco del árbol,

la ley funciona adelante y atrás,

ya que la fuerza de la manada es el lobo,

y la fuerza del lobo es la manada.

Lo dicho, Brown necesita al grupo. Las estrellas marcarán la diferencia, pero si unos y otros no están en la misma onda, el dinero gastado caerá en saco roto.