Stephen Curry tiene cara de niño formal, de no haber roto nunca un plato. Parece tímido e incluso desubicado. Pero en cuanto el árbitro lanza el balón al aire, su mirada se transforma y su fina muñeca comienza a carburar. Sus 191 centímetros y poco más de 80 kilos hacen de este escolta de los Golden State Warriors (nacido en Charlotte en 1988) un jugador liviano, un futuro All Star de la NBA, que nada más que pisar el parqué parece que levite sobre él. Todo clase, todo dulzura. Sin demasiados aspavientos, sin tatuajes ni cintas. Sencillo pero letal.
La franquicia de Oakland (California), los Golden State Warriors seleccionó a Stephen Curry en la séptima posición del Draft de 2009, un Draft que compartió con Blake Griffin (número 1) y toda una serie de Guards que actualmente son referencias en la liga como James Harden, Ricky Rubio, Jrue Holiday o Ty Lawson.
En sus dos primeras temporadas promedió 18 puntos, 5’9 asistencias, 4’3 rebotes y 1’7 robos casi sin hacer ruido, pero el año pasado una lesión en su tobillo derecho le hizo perderse 41 de los 66 partidos y las dudas en torno a su estado físico comenzaron a emerger. Pero los Warriors no dudaron y apostaron fuerte por él. Además de traspasar a Monta Ellis a Milwaukee el pasado marzo, a principios de esta temporada Curry firmó una extensión de contrato por 4 años y 44 millones de dólares. Un salario de All Star.
Pero…¿es realmente Curry un jugador All Star? Sin duda. Tal vez no es el arquetipo perfecto para este tipo de eventos (atlético, espectacular, extrovertido, showman) pero ha venido demostrando desde el inicio de la temporada que este va a ser el año de su confirmación.
Su mes de diciembre está siendo de escándalo. En el plano colectivo, su equipo ha encadenado cinco victorias consecutivas para un total de 8-2 en los últimos 10 partidos, mientras que en el individual sigue derribando barreras: ha sido el primer Warrior en sumar en cuatro partidos consecutivos más de 20 puntos y más de 10 asistencias desde que Hardaway lo lograra en 1992.
Pese a todo, es complicado que este sea el año de su debut en un All Star, pues ser base y jugar en el Oeste actualmente es sinónimo de competencia. Los fans votan a dos Guards para el quinteto titular de cada conferencia, y uno de esos dos lugares en el Oeste está reservado para Kobe Bryant. El segundo probablemente se lo jugarán entre Russell Westbrook y Chris Paul, lo que relega a Curry a ser elegido por los entrenadores. La duda reside en si decidirán contar con cinco o seis bases, pues si asumimos que uno de los seleccionados será el descartado por los fans (Westbrook o Paul), únicamente quedarían a repartir dos o tres plazas entre una larga lista.
El All Star 2013 se disputa en Houston, por lo que James Harden y Jeremy Lin cuentan con serias opciones ya que la liga siempre está atenta a este tipo de detalles. En el caso del primero, nada que objetar; en el del segundo sería algo más discutible y no podría ser entendido sino como una decisión de márketing por parte de la NBA. De esa dupla es casi seguro que saldrá el cuarto elegido, por lo que quedarían uno o dos puestos a repartir entre el propio Curry, Tony Parker, Manu Ginóbili, OJ Mayo o incluso Ricky Rubio o Steve Nash, que pese a sus respectivas lesiones todavía no pueden ser descartados.
En favor del ligero tirador de Charlotte juega el hecho de que, además de estar promediando grandes números esta temporada (19’5 puntos, 6’5 asistencias, 4 rebotes y 1’7 robos), está liderando a los Warriors (un equipo que el año pasado acabó con un balance de 23-43) a un récord de 15-7 hasta el momento. Y es que el apartado colectivo también es un factor de peso a la hora de seleccionar a los participantes del partido de las estrellas, si no por el público, sí por los entrenadores. En la franquicia de Oakland llevan sin disfrutar de un All Star en sus filas desde que Latrell Sprewell lo fuera en 1997. Con Curry a este nivel, le veamos finalmente este año en Houston o no, los fans de los Warriors pueden estar seguros de que ese momento llegará.