1. Stephon Marbury, con la cabeza en otro sitio

Muchas son las superestrellas de la NBA que se lanzan con una firma industrial personal al mercado de la ropa deportiva con más o menos suerte, pero ninguno se inovlucró en las acciones de marketing de 'su' propia marca al nivel de el ya retirado Stephon Marbury, capaz de tatuarse el logotipo de su marca 'Starbury' en toda la sien, que desde muy joven llevaba afeitada, lo que hacía que el tatuaje resaltara aún más, pero, ¿no es eso lo que buscaba el bueno de Stephon?

No nos hubiera parecido tan sorprendente que el base de Brooklyn se hubiera tatuado el logotipo de su marca de zapatillas en cualquier otra parte del cuerpo, menos comprometida y expuesta, como en el tobillo, o en los gemelos. Sin embargo, hay que estar muy convencido, o muy ebrio, para decidir hacerlo en la cabeza.

Queremos creer que el jugador pasó por la primera de las dos opciones, ya que nunca pareció avergonzarse de la estrella tatuada en su cabeza. Al menos el diseño no es como el del tatuaje de Richard Jefferson, ¿Se imaginan que la persona que diseñó el tatuaje de Jefferson hubiera ingeniado uno por el estilo para Marbury?

Stephen Marbury, ventas de zapatillas Starbury aparte, se embolsó más de 151 millones de dólares en 13 años que jugó como profesional en la NBA. Marbury pertenece al privilegiado Draft de 1996, en el que fue escogido con el pick 4 por los Milwaukee Bucks, que lo traspasaron directamente a los Wolves. De su misma clase del Draft salieron jugadores de la talla de Allen Iverson (pick 1), Ray Allen (pick 5), Kobe Bryant (pick 13) o Steve Nash (pick 15).

Marbury debutó a los 19 años en los Wolves de Kevin Garnett.