Por todo aficionado de la NBA es sabido que la tendencia en los últimos 15 años marca una clara superioridad de las franquicias del Oeste frente a las del Este. De hecho, en ese mismo período, nunca un octavo equipo de la costa Este ha conseguido más triunfos que el octavo del Oeste, por lo que evidencia un hecho estructural que este año tiene todas las papeletas para volver a repetirse.
El tanking, un lastre del Este
El pensamiento de los peores equipos del Este es extremadamente diferente al de los peores del Oeste. Mientras Sacramento, Lakers o Utah empiezan la temporada con las expectativas de querer estar más cerca de los Play-offs para mejorar su récord de la pasada campaña, hay conjuntos como los Sixers, los Bucks o los Magic que se dejan ir y apenas llegan a los 25 triunfos.
A pesar de lo sembrado el año pasado y lo recogido en el Draft, no parece que vaya haber ninguna sorpresa. En Wisconsin, el récord dependerá en gran parte del propio Jabari Parker, puesto que el nivel del resto de la plantilla está muy por debajo de la mayoría de equipos en la NBA. En Florida, muy bien lo tendrían que hacer Gordon y Payton para ayudar a Oladipo y Vucevic a conseguir luchar por algo más que una ronda del Draft. Y, por último, el tercero en discordia, Philadelphia, sigue esperando reclutar talento juvenil y una pronta recuperación de Joel Embiid, con Dario Saric en la recámara.
En cualquier caso, el balance de estos equipos estará marcado por el rendimiento en la primera parte de la temporada, ya que si éste es malo, en los últimos 30 partidos los triunfos quizá sólo se contarán con los dedos de una mano.
Proyectos en construcción vs Ciclos asentados
Otra de las grandes diferencias entre el Este y el Oeste es que mientras en el primero hay equipos que construyen la base con cimiento, en el segundo hay otros que se dedican a decorar el detalle.
En el Este encontramos equipos como los Detroit Pistons, los Boston Celtics o los New York Knicks, los cuáles han empezado un nuevo ciclo que requiere de paciencia para que lo realizado hasta ahora obtenga sus frutos. Van Gundy, por un lado; o Phil Jackson y Derek Fisher por el otro, entienden perfectamente que en un año es imposible rearmar una franquicia a no ser que dispongas de un nuevo jugador de otro planeta.
En cambio, conjuntos del Oeste como los Phoenix Suns, Denver Nuggets, New Orleans Pelicans o Memphis Grizzlies son equipos mucho más fiables. Los Pelicans deberían seguir creciendo de forma directamente proporcional a la que lo hace su estrella Anthony Davis; y los Nuggets recuperan al mejor Gallinari, además de tener un factor cancha que tendría que ser clave para ellos.
Cleveland ante el ejército del Oeste
En la clase alta también hay distinciones. Este año, los dos mejores equipos del Este en los últimos tres años, Miami e Indiana, ven como sus dos mejores jugadores no sudarán ni un solo minuto con su camiseta. Paul George, lesionado de larga duración; y LeBron James, agente libre que decidió abandonar la disciplina de los de Spoelstra para fichar por los Cavaliers, restaran cualquier posibilidad de volver a ver un gran récord para estos dos equipos, a priori.
Cierto es que hay conjuntos de cotización al alza, pero está por ver si los Washington Wizards o los Toronto Raptors se convierten en candidatos reales al título de mejor equipo del Este. Este honor, si la lógica se impone, debería ser para Cleveland y su Big Three (James, Love e Irving), incluso a pesar de que la novedad del proyecto imponga siempre un respeto. Además, el principal rival de los Cavs deberían ser los Bulls del recuperado Rose y Pau Gasol, pero el entramado de Thibodeau ofrece más dudas que, por ejemplo, el que tenía estructurado Vogel hasta ahora.
Por el otro lado, el temible Oeste promete una guerra feroz. Spurs, Thunder, Clippers, Rockets, Mavericks, Portland, Warriors y cualquiera que se merezca entrar en el grupillo de candidatos a todo, porque renunciar al título es todavía un acto de demasiada humildad, se verán las caras. Y es que si ya hay desigualdad por abajo, la mayor diferencia entre Conferencias se ve por arriba.
¿Debe ser este el modelo?
Quizá sea el más práctico, pero no el más justo. Las diferencias son normales hasta que dejan de serlo, y en los últimos años se ha incrementado esa sensación de dos mundos distintos, dos horizontes donde en uno se juega en modo “Novato” y el otro en modo “Salón de la Fama”. Y, si la tendencia no se rompe, podríamos empezar a plantearnos si vale la pena tener dos Conferencias, puesto que una pierde casi todo su interés hasta finales de mayo, cuando se juegan las respectivas Finales de Conferencia.