
Antes del partido parecía que Golden State Warriors era el claro favorito en estas Finales, pero tras lo visto esta noche, las sensaciones son muy distintas. Los actuales campeones siguen con ventaja en la serie y con el factor cancha a favor, pero el 120-90 final llena de moral el deposito de Cleveland Cavaliers.
Los de Tyronn Lue sabían que una derrota hoy era prácticamente definitiva, y por eso salieron a morder desde el salto inicial. El resultado fue un parcial de 9-0 para arrancar ante unos Warriors que aún no habían saltado a la cancha. Steve Kerr lo paró con un tiempo muerto, pero la sangría en el marcador no hizo más que aumentar hasta el 16-33 con el que acabó este primer cuarto. El gran protagonista de estos doce minutos fue Kyrie Irving con 16 puntos.
En el segundo cuarto, Golden State subió un par de puntos su intensidad en defensa, lo que le permitió correr más y empezar a recortar paulatinamente la amplia diferencia, que había llegado a estar por encima de los 20 puntos. Y gracias a un gran Klay Thompson, que minutos antes había ido al vestuario por un golpe en el muslo, se situó por debajo de los 10 puntos. El triple desde el centro del campo de JR Smith no entró en tiempo y el marcador al descanso se quedó 51-43.
Pese a estar sin noticias de Curry, autor de sólo dos puntos hasta ese momento, los de Steve Kerr estaban metidos en el partido, y era de esperar un buen arranque de tercer cuarto por su parte. Pero lo que sucedió fue todo lo contrario. El paso por vestuarios volvió a espolear a los Cavs, que firmaron un arranque de 9-4 que volvía a estabilizar la ventaja por encima de los 10 puntos. Ni el despertar de Curry con 14 puntos en este cuarto impidió que el partido se decantara del lado local. El 89-69 con el que se cerró el cuarto dejaba el choque visto para sentencia.
Los doce minutos finales sirvieron para ver a unos Warriors totalmente entregados y a unos Cavs en estado de gracia ante el delirio de un abarrotado Quickens Loans Arena. El 120-90 final deja claro que sólo ha habido un equipo en el partido.
El quinteto inicial de los Cavs fue clave, destacando especialmente LeBron James con 32 puntos, 11 rebotes y 6 asistencias, y Kyrie Irving con 30 puntos y 8 asistencias. Por los visitantes, el máximo anotador fue Stephen Curry con 19 puntos, aunque conseguidos la mayoría en los minutos en los que el partido ya estaba casi sentenciado.