OPINIÓN | La NBA ha provocado el traspaso de Luka Doncic a Los Angeles Lakers

La NBA ha presenciado el traspaso más surrealista de su historia. Sí, así lo pienso, y creo que el resto de aficionados al baloncesto igual. Luka Doncic ha sido enviado a Los Angeles Lakers a cambio de Anthony Davis, una decisión muy preocupante por parte de Dallas Mavericks.

Si el traspaso ya de por sí no tiene sentido, las explicaciones que en los Mavs han dado lo son aún más. Que sí Doncic no está en forma, que si se lesiona mucho, que si no defiende... Creer que con Davis el equipo va a mejorar, por muy bueno que sea (que lo es), es estar completamente alejado de la realidad.

Entre eso, y que ni Doncic, ni Davis, ni incluso LeBron James, que todas las decisiones en los Lakers pasan por él, sepan nada, hace creer que alguien desde más arriba ha tenido que meter mano en toda esta operación. Y ese pensamiento es muy preocupante y peligroso.

También añadir que si anuncias que quieres traspasar a Luka Doncic, tienes a los otros 29 equipos llamando al segundo para conseguirlo. Y sacas mucho más beneficio que el que los Mavs han sacado con esta operación. Pero mucho más.

Siento que la única explicación lógica a esta situación de auténticos locos es que la NBA ha tenido que ser la mente pensante de este intercambio. Todo por resucitar audiencias en Estados Unidos.

Pensándolo así, tendría más sentido: envías a Luka Doncic a los Lakers, equipo con más aficionados y el mercado más grande de la NBA, resucitándolo y llevándolo de nuevo a lo más alto de la Conferencia Oeste.

Además, crecen enormemente las posibilidades de volver a ver unas Finales de la NBA entre Los Angeles Lakers y Boston Celtics, probablemente el duelo que más audiencias generaría.

Pero claro, si es verdad que la NBA ha tenido algo que ver en todo esto, da mucho miedo. Miedo porque sientes que la competición está adulterada. La credibilidad y naturaleza de la liga quedaría manchada para siempre. Pero lo que más miedo da es que sería la única explicación lógica a un traspaso que, por mucho que lo pienses, jamás tendrá sentido.