Un inicio desalentador que se podía intuir y que ha sido peor aún de lo esperado. New Orleans Pelicans es uno de los dos equipos de la NBA que no ha ganado aún ningún partido, pero goza de la voluntad y herramientas como para buscar algo mucho mejor. Willie Green puede estar cerca de la destitución y el futuro no es halagüeño.
Acogerse a un milagro para tener esperanza, pero no rodearlo de la manera adecuada para, que si se produce, pueda tener una repercusión real en lo deportivo. New Orleans Pelicans lleva años suspirando por ver la mejor versión de Zion Williamson libre de lesiones, pero no ha hecho el trabajo necesario para dotar a este proyecto de talento generacional de un equipo a su altura, si logra encontrarse a sí mismo. Van dando palos de ciego y nada sale.
El buen hacer de Missi el pasado año parece haberse evaporado este curso, Murphy III y Herbert Jones necesitan un equipo competitivo para dejar su impronta, Poole no termina de ser diferencial y Zion es un sí pero no constante, con dudas todavía en lo físico y muchas carencias a su alrededor como para brillar. Solo a través del Draft podrían salir de esta situación, al ser un mercado pequeño, y de hecho Jeremiah Fears está mostrando buenas sensaciones, pero no es suficiente.
Más aún teniendo en cuenta que su elección de primera ronda en el NBA Draft 2026 fue canjeada con tal de fichar a Derik Queen, un pívot rookie que no parece gozar de la plena confianza del entrenador y que carece del impacto esperado por la acumulación de jugadores importantes en esa posición. New Orleans Pelicans tiene un pasado oscuro, un presente preocupante y un futuro aterrador, habiendo hipotecado sus esperanzas a un milagro individual que, aunque se diera, no se vería arropado por un equipo competitivo.