Charlotte Hornets firmó este verano su sentencia a pasar los próximos años en lo más profundo de la Conferencia Este. El perder a Kemba Walker en la Agencia Libre –tras fichar por Boston Celtics– fue el movimiento definitivo para comenzar una reconstrucción que pinta a ser de las largas.
El primer paso que dieron fue darle los galones del equipo a su nuevo fichaje, Terry Rozier. La franquicia de Carolina del Norte apostó por el joven base ofreciéndole un contrato de aproximadamente 55 millones de dólares en tres temporadas.
Pero hasta ahí. Por ahora, poco más que destacar de la plantilla de los Hornets. Quizás algunos jugadores jóvenes como Miles Bridges, Malik Monk o Willy Hernangómez pueden llegar a ser importantes en el futuro del equipo.
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— Willy Hernangómez (@willyhg94) 21 de septiembre de 2019
Y es que actualmente Charlotte se está viendo afectada por las malas decisiones tomadas en el pasado. Jugadores como Nicolas Batum –está cobrando 27 millones sin ser una estrella de la liga y con 30 años–, Bismack Biyombo –17 millones de dólares–, Marvin Williams –15 millones de dólares–, o Cody Zeller –14 millones de dólares– son los que condicionan que la franquicia pueda avanzar.
Todos esos contratos son prácticamente inasumibles para el poco nivel que ofrecen individualmente. Hasta que no consigan deshacerse de todos ellos, la reconstrucción no podrá empezar a tomar un rumbo positivo de cara al futuro.
En definitiva, ¿qué esperar de un equipo que no tiene nada que ofrecer? Puro espectáculo. Muy probablemente, Charlotte Hornets no vaya a subir de los tres últimos puestos del Este en varias temporadas. Al menos que ofrezcan algo de show a sus aficionados, que serán los que realmente sufran todo esto.