
Talento puro, visión de juego, inteligencia táctica y generosidad. Quizá alguna de estas cosas no son achacables a James Harden por parte del imaginario colectivo de la mayoría de aficionados generales de la NBA, pero el jugador de Philadelphia 76ers está imbuido en un apasionante proceso de reconversión y adaptación a sus condiciones y a las de la liga, que le han convertido no tanto en un anotador compulsivo, sino en un auténtico playmaker, según atestiguan las estadísticas NBA.
Prueba de ello es que en los Sixers está desempeñando un rol absoluto de generador de juego, no tanto desde el bote y penetración, como en sus tiempos en Houston Rockets, sino más desde compartir el balón y dar atinados pases de canasta. Tyrese Maxey es más un base anotador y generador de espacios, al que le cuesta todavía ver el juego desde un prisma de asistente, y ahí es donde emerge la grandeza de un Harden al que no le está importando reducir su peso anotador.
Harden y Maxey se complementan perfectamente en el backcourt
Esta nueva versión hace que lidere toda la NBA en asistencias y esté firmando triples-dobles con muchos menos puntos de lo esperable hace años, pero teniendo un impacto sobre el devenir del colectivo muy importante. Philadelphia 76ers continúa en una clara tendencia ascendente y Embiid se está aprovechando de esta clarividencia en el juego de un James Harden que antepone el bien colectivo a sus registros individuales, y que quiere luchar por el anillo.