
Los Golden State Warriors continúan mejorando su extraordinario arranque tras derrotar (116-99) esta pasada madrugada a Charlotte Hornets y sumar, así, su 20ª victoria consecutiva de la temporada.
Stephen Curry volvió a demostrar por qué es el vigente MVP de la temporada y gran candidato a revalidar el galardón con una nueva demostración ofensiva en la que alcanzó los 40 puntos, incluyendo ocho triples en once intentos, para liderar la 24ª victoria consecutiva de la franquicia de Oakland, donde comienzan a soñar con superar el histórico registro de Los Ángeles Lakers de la temporada 1971-72.
El base se encargó personalmente de sentenciar el encuentro en el tercer cuarto, donde dio un auténtico recital de anotación para finiquitar a los Hornets con 28 puntos de todas las forma y colores posibles. Después de su exhibición regresó al banquillo, necesitando tan solo 31 minutos para cerrar el compromiso, como ha ocurrido ya en otros enfrentamiento a lo largo del curso. Con este, ya son seis los partidos en los que Curry ha alcanzado la barrera de los 40 puntos.
En el lado contrario de la balanza, la impotencia de los Hornets, personificada en el nefasto día de Kemba Walker de cara al aro (2/16 en tiros de campo), hace preguntar a uno qué es lo que exactamente se necesita para hacer frente a la insultante superioridad de los Warriors y de su jugador estrella. Cada vez que ha apretado su rival, la figura de Stephen Curry ha irrumpido cual séptimo de caballería para romper el encuentro y dar la tranquilidad a los suyos.
Hay razones lógicas para creer que la primera derrota de los vigentes campeones de la NBA podría llegar pronto (lesión de Barnes, fatiga del equipo, la naturaleza propia de la competición) pero la actual versión de Curry roza lo invencible, con un juego dinámico y divertido que hace las delicias de los aficionados a la NBA. O al menos de los de Oakland.