La composición actual de la plantilla y su fuente casi inagotable de recursos y alternativas a ambos lados de la cancha sitúa a los Golden State Warriors como un equipo de baloncesto completamente impecable, inigualable y efectivo.
Sin Steve Kerr en el banquillo, con Harrison Barnes, alero titular, fuera de juego por unos problemas físicos, y la versión más humana de Stephen Curry presente ('tan solo' 19 puntos y tres triples anotados, sin jugar el último cuarto), la franquicia de Oakland solventó con comodidad su compromiso en casa ante Sacramento y suma su 18ª victoria consecutiva de la temporada, prolongando aún más su histórico récord inicial.
Porque si no es uno, es otro. En la superlativa maquinaria colectiva de los Warriors, cualquiera de sus engranajes está preparado para funcionar al máximo rendimiento y brillar cuando sea necesario. En esta ocasión fue Draymond Green, con su segundo triple-doble consecutivo, el encargado de liderar el triunfo de su equipo en una actuación muy completa a ambos lados de la cancha.
El rocoso y ágil ala-pívot de Golden State sumó 13 puntos, 11 rebotes y 12 asistencias, para convertirse en el primer jugador de los Warriors en lograr dos triples-dobles consecutivos desde la época de Wilt Chamberlain.
En el ámbito colectivo, el equipo volvió a exhibir un acierto insultante desde el perímetro (53.3% tras anotar 16 triples en 30 intentos) y suma su 22º triunfo consecutivo teniendo en cuenta el final de la pasada campaña, empatando la tercera mejor racha ganadora de la historia, a manos de los Houston Rockets de Yao Ming, Tracy McGrady y Steve Francis de la temporada 2007-08.