Análisis: Los Rockets ganaron pese al mal partido de James Harden

Mike D'Antoni lo tenía claro y su equipo lo ha vuelto a hacer: para ganar a los Golden State Warriors no hay que atacar mejor que ellos, hay que defender mejor. Y eso lo han conseguido por segundo encuentro consecutivo con un esfuerzo colectivo brutal y permitiéndose el lujo de dejar a Mbah a Moute, uno de los mejores defensores de la liga, fuera de la rotación. A cambio, Ariza, PJ Tucker y Capela funcionaron en defensa como un reloj suizo. No es de extrañar que con Tucker, una bestia atrás, el parcial a favor de Houston Rockets en el partido fuera de +14.

Eso sí, lo que nadie hubiese firmado hace unos meses es que Houston iba a tener a Golden State al borde de la eliminación con James Harden tirando fatal y pasando menos que nunca. Anoche, sus números fueron de lo más discreto. Es más, son números que invitan a pensar a que su equipo perdió, pero no fue así. 'La Barba' anotó 19 puntos, pero falló 16 de los 21 tiros que intentó, ¡incluyendo los 11 triples que lanzó! Repartió tan sólo 4 asistencias y, por si fuera poco, perdió 6 balones (junto a Draymond Green, el hombre que más pérdidas sumó durante el duelo).

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— Houston Rockets (@HoustonRockets) 25 mai 2018

La clave del triunfo es que a los Rockets no les hizo falta ni tirar mejor ni coger más rebotes para ganarle a Golden State. Los Warriors perdieron pese a que dejaron a su rival en un 37% de acierto en tiros de campo y un 30 % en triples (ellos acabaron con un 44.4% y un 38% en ambas estadísticas). Con el rebote igualado, la única estadística que refleja el gran trabajo coletivo de Houston es el de las asistencias, aunque incluso ahí ganaron: 18 a 12.

Así, se puede decir que Houston ganó el partido porque, pese a fallar más, metió más triples y anotó 7 tiros libres más que su rival (aunque aquí otra vez con peor porcentaje). Este partido deja muy a las claras que el baloncesto NBA está mucho más de las frías estadísticas. Como en muchos otros partidos, todo se decidió al final, con un par de jugadas, gracias al acierto puntual de unos (Gordon) y los fallos de otros (Green y Curry).