Warriors vs. Cavaliers: El cuento de nunca acabar

¿Por qué Cleveland y Golden State repiten final por cuarto año consecutivo? Aquí, las claves para entender su dominio de la liga en el último lustro

Juan López | 29 Mayo 2018 | 15:45
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BlogdeBasket, baloncesto en estado puro
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Dos franquicias nunca habían jugado tres finales de la NBA de forma consecutiva hasta el año pasado. Ese récord ya es historia, ya que Warriors y Cavaliers se van a disputar este año, por cuarta vez, el campeonato.

La razón, simple. Los Warriors eran el mejor equipo y ficharon a Kevin Durant hace un par de años. Los Cavaliers tienen al que probablemente sea el segundo mejor jugador de la historia de la NBA, LeBron James. Contra esto, poco pueden hacer el resto de equipos, aunque es cierto que Houston y Boston han estado a apenas un pasito de romper la hegemonía que mantienen los de California y Ohio en el último lustro.

Más les ha costado a los Cavs, con una campaña muy complicada en la que, debido a los malos resultados y al mal ambiente que reinaba en el vestuario, tuvieron que rehacer el equipo completamente en febrero. Eso les hizo estabilizarse y llegar a los playoffs más sólidos, aunque ha sido en la postemporada donde Tyronn Lue ha podido encontrar la forma de jugar para ser competitivos. Lo demás ha sido cosa de LeBron.

Los renacidos Cavs

Tras sufrir como perros ante los Pacers de un descomunal Oladipo y destrozar a los Raptors, no lo han tenido fácil en las Finales del Oeste para derrotar a los Celtics, pero la estrella acabó brillando más que el equipo y los de Massachusetts tendrán que ver las Finales desde la tele.

No sabemos qué hubiese ocurrido si los Celtics hubieran podido contar con Irving y Hayward. Probablemente habrían ganado, o no. Porque con LeBron nunca se sabe. Lo han dado por muerto hasta en seis ocasiones esta temporada (como él mismo reconocía en la rueda de prensa posterior al pase a las Finales de la NBA) y en las seis ocasiones ha conseguido levantar a su equipo y guiarlo hasta su sexta final consecutiva.


A los Celtics les ha faltado una estrella a la altura de LeBron James en momentos clave del sexto y el séptimo partido de la serie. Tatum y Horford estuvieron a gran nivel, pero no acaparan tanto juego, y Brown y Rozier no estuvieron a la altura de la circunstancias en los momentos decisivos. Fallaron triples muy cómodos que habían metido durante todo el campeonato (y durante el resto de la serie). Así, mientras unos fallaban, LeBron metía triples con su mejor porcentaje del año. Y es que, no es casualidad que haya ganado los últimos 6 séptimos partidos que ha disputado en playoffs.

Así, de cara a la próxima campaña, todo pinta muy bien para los Celtics: un gran entrenador como Brad Stevens, las esperadas vueltas de los lesionados y un grupo de jóvenes talentos con mucha hambre de victorias. Eso sí, este año la final la vuelve a jugar el de Ohio.

El plan B de D'Antoni que nunca llegó

El otro equipo que se ha quedado con la miel en los labios han sido los Rockets de Houston. Los de Mike D’Antoni fueron el mejor equipo (de largo) en la fase regular y su eliminatoria frente a los Warriors en las Finales del Oeste era considerada por todos los expertos como una final anticipada de la NBA.

Han caído con honores, en el séptimo, pero dejando una sensación tanto en el sexto como en el último duelo de que no daban para más. De que cuando Golden State apretaba en los terceros cuartos no tenían plan B. Quizás ese guion alternativo estaba pensado para que lo escribiera Chris Paul, lesionado en muy mal momento, pero no pudo ser así, y con los mimbres que tenían en la pista (muchos y muy buenos) no pudieron superar a sus rivales.

Después de una primera parte sensacional en el séptimo, en la que nadie podía parar las penetraciones de Harden, los tiros de Gordon y las acciones cerca del aro de Capela, en el tercer cuarto no aguantaron la presión y se vinieron abajo.


Y ahí entra en juego la responsabilidad de Mike D’Antoni. Porque no se pueden fallar 27 triples consecutivos. No es admisible en un nivel tan alto de baloncesto. Si no entran desde fuera hay que jugar a otra cosa. Hay que pedir tres tiempos muertos consecutivos si es necesario y hay que intentar cambiar la dinámica del partido.

En esos minutos en los que los Warriors pasaron de ir pendiendo de 10 a ir ganando de 7 los Rockets se estrellaron una y otra vez contra el aro intentando jugadas parecidas que no hacían daño a su rival. Lo peor es que esta vez (al contrario de lo que pasó en el sexto partido) Golden State no se escapó en el marcador, y los Rockets estuvieron muchos minutos a una distancia remontable, pero la sensación que daba el choque es que estaba ya decidido.

Y eso que no fueron los mejores Warriors. Es cierto que el ‘Big Three’ estuvo a la altura de las circunstancias en los momentos calientes, pero la defensa no fue ni de lejos la mejor que han exhibido en playoffs.

Al acabar el partido me dio la sensación de que los Rockets habían desaprovechado una oportunidad de oro. No sé si para ganar, pero sí al menos para hacerles sudar un poco más a los actuales campeones.

La temporada de Houston es de sobresaliente, sí, pero si quieren ganar la NBA deben tener un segundo plan. Y eso es complicado teniendo en cuenta lo rígido que es Mike D’Antoni. Habrá que ver el año que viene qué plantilla acaban teniendo. Capela tiene muchas papeletas para marcharse. Pero eso será otra historia. La de hoy es la de la repetición de las Finales de la NBA por cuarto año consecutivo.