
Todos sabemos de lo que es capaz LeBron James, prácticamente él solo llevó a los Cleveland Cavaliers a 'Las Finales' en dos etapas cuando el equipo carecía del talento que se le presupone a un conjunto que llega tan alto en los playoffs. Aún así, la crítica siempre está al acecho y más cuando el año pasado llego a unos Angeles Lakers en los que no se consiguió ni si quiera un hueco entre los ocho mejores de la 'salvaje' Conferencia Oeste, a pesar de que el alero de Akron hiciese los mejores números de su carrera.
Después de prácticamente prescindir de casi todo el equipo para traer a Anthony Davis y ya en su segundo año, LeBron sigue manteneindo un gran estado de forma pero toca dosificar si se quiere conseguir algo más que competir solo en 'regular season'. El equipo más laureado de la NBA (por detrás de Boston Celtics) se enfrenta a una complicación que puede ser vital, el reto de afrontar una temporada con una plantilla nueva. Hicieron bien en agregar al ala-pívot pero el coste fue muy alto, pero no se podían permitir otro año igual al pasado.
La plantilla si que es verdad que, aunque es más corta, está confeccionada de una forma más óptima y por unos salarios casi irrisorios. No hay tercera estrella, aunque se intentó con un DeMarcus Cousins que parece no tener suerte con las lesiones y la verdad es que pintaba muy bien. Los Lakers tienen mucha personalidad, no solo cuentan con jugadores con experiencia y desparpajo, también tienen un cuerpo técnico liderado por Frank Vogel y con Jason Kidd como asistente y a eso poco más hay que añadir. Todo esto comandado por un Rob Pelinka que entró sustituyendo a Magic Johnson y que ha resuelto gran parte de los problemas que tenía el equipo, se hizo lo suficiente para que, la franquicia de oro y púrpura estuvese 'a priori' en la pelea y ahora, les toca brillar a los jugadores.