Desde verano veníamos avisando y la realidad es que el excelente trabajo de Chicago Bulls en el Mercado NBA debía dar sus frutos tarde o temprano. Lo que pocos esperaban es que la franquicia de la Conferencia Este comenzara 4-0 su andadura en esta nueva temporada, rubricara el mejor récord desde la época de Michael Jordan y comenzaran a entrar en las quinielas de la pelea por el anillo.
¿Cuál es la clave para entender el funcionamiento de estos Chicago Bulls? Partiendo de la base de que la Gerencia ha sido capaz de sumar muchísimo talento este pasado verano. Pero el siguiente paso necesario era poder gestionarlo y realizar un proceso de asunción de roles e ideas que Billy Donovan ha conseguido plasmar a la perfección.
Un engranaje que funciona a las mil maravillas
Lo más importante en un equipo que cuenta con mucho talento es que los egos y su constante lucha queden supeditados al bien colectivo del equipo. Esa idea que podría parecer sencilla, pero que para nada lo es, ha sido concebida por estos Bulls desde el segundo uno.
El líder anotador es Zach LaVine, eso es obvio. Su crecimiento en el lanzamiento exterior y en la facilidad para penetrar en busca del aro le dan ese cartel de jugador franquicia. Está promediando 25 puntos por partido y unos porcentajes muy buenos desde todas las zonas del parqué. Y el segundo con mayor responsabilidad en esa tarea es un DeMar DeRozan que abusa en menor medida del lanzamiento exterior y ha aceptado esa papeleta.
Además, Lonzo Ball ha asumido que sus números decaigan en lo referente a los puntos, pero es que su tarea reside en la dirección del juego y la visión de pase, primordialmente. Nikola Vucevic es consciente de que su importancia en los dos lados de la cancha es brutal y no hay competencia con los anteriores. Alex Caruso asume su función como sexto hombre, algo que también tendrá que hacer Coby White.
Y así es como funciona el engranaje de estos nuevos Bulls que tan bien están funcionando, lejos de cualquier síntoma de agarrotamiento.