Un tremendo ejercicio de ingeniería es lo que tendrá que afrontar la NBA en las próximas semanas debido a la crisis del coronavirus. Los perjuicios a nivel económico que podrían producirse en caso de no terminar la temporada son enormes, por lo que la máxima prioridad del comisionado es que haya un campeón. Con la vista puesta en la comunidad científica y sus previsiones acerca del comportamiento del virus, se trabaja desde la gerencia con un anhelo evidente: terminar sea como sea. No será fácil hacerlo en las mismas circunstancias que si no hubiera pasado nada ya que se pondrían en entredicho muchas cosas y se alteraría sobremanera la siguiente temporada.
Hace tan solo unos días nos hacíamos eco de la previsión de reanudar la temporada a mediados de junio, lo cual provocaría que la temporada finalizase en agosto y tener que posponer el inicio del siguiente curso a Navidad. No es un escenario ideal, por lo que la NBA está dispuesta a renunciar a sumas económicas importantes derivadas de la disputa de partidos de temporada regular e incluso playoffs, con tal de acortar el calendario y que no se produzcan imprevistos que echen por tierra estas previsiones. Quedan entre 16 y 18 partido para finalizar la temporada regular por lo que no sería descabellado pensar en acortarla, habiendo incluso voces que optan por darla por finalizada y jugar solo playoffs.
Para que eso se produjera la situación debería muy límite y, posiblemente, acarreraría reducir la carga de partidos en dichos playoffs. Jugar al mejor de cinco encuentros la primera ronda es algo que se da por hecho, y esa decisión podría ampliarse a las semifinales. Dando por hecho que todo depende de la situación sanitaria que viva Estados Unidos y de la evolución del coronavirus, tener claro que a la NBA no le temblará el pulso a la hora de tomar decisiones de este tipo, aunque eso incurra en graves pérdidas económicas, supone un halo de esperanza para todos los aficionados.